4.18.2006

Nos hacen leer como funcionarios.





Soy estudiante universitaria de licenciatura en Lengua y Literatura. Te preguntarás qué es eso (luego de haber pensado que el comienzo de este texto es muy perno (1) ). Bueno, una respuesta adecuada sería: es una carrera que se estudia para hacer clases de literatura. Esto si la respuesta proviene de un alumno perseverante y dispuesto a sobrepasar un desafío como es llegar a ser capísimo en un tema equis. Otra respuesta sería: es una carrera que sirve para entrenar la pluma y los ojos. Con esto estaríamos frente a una suerte de postura fundacional. Una tercera respuesta – y tal ves la primera de las que siguen – sería: es una carrera ociosa, pues cuando terminas los cuatro años debes continuar estudiando otros cuatro años más, es decir, sirvió para tener conocimiento de un montón de libros y de un montón de autores. Una respuesta pesimista sería: es una carrera que se traduce en un infierno de intelectuales versados, ilustrados cultos, que no hacen más que denigrar tu condición de alumnillo. Una mejor respuesta – a mi juicio – sería: se estudia literatura para revisar desde ahí la sociedad. Cualquiera de estas respuestas no puede obviar la condición de “funcionario” – sí, funcionario – de los alumnos de literatura. Porque sin rodeos, nos hacen leer como funcionarios. Sé que a un compañero en especial le gusta mucho esta idea, y porqué no habría de atraerle si es la pura y santa verdad, nos sentimos identificados. Podríamos decir que un funcionario es una “persona que desempeña un empleo público” y funcionario entonces sería sinónimo de empleado. Un empleado es una persona que por un salario o sueldo desempeña un trabajo. El tema aquí no es que seamos “como” funcionarios, o que lo parezcamos, sino que nos hagan leer como tal. Y después de esto ¿qué pensaríamos al recordar que para el próximo lunes debemos leer cinco textos y hoy ya es martes? Alguien dirá: “pero si tuvimos todo un mes para leer” a lo cual yo responderé: “¡mentira!”. Los hombres obscuros de Guzmán, La señorita Lara de Droguett, El pájaro verde y Maldito gato de Emar, Lanchas en la bahía de Rojas, no pudieron haber tenido nuestra atención por todo un mes. No quiero llegar a pensar nunca –¡nunca jamás! – que se estudia literatura para entrenarse como un lector-funcionario.

(1) Nerd, tonto, odioso. En: mainframe, diccionario de modismos chilenos.

3.30.2006

Uno o más sentidos para el sinsentido